El
asesino de Mauricio Andrada e Ismael Perussatto es Cristian Daniel Duarte,
clase 1974 y legajo policial Nº. Duarte tenía 39 años al momento de los
hechos, había ingresado a la Policía Bonaerense en el año 2001 y llevaba 8 en
el Grupo Halcón.
Acusado
en principio de “homicidio en ocasión de robo” ya que Ismael había fallecido y
Mauricio agonizaba en el hospital Gutiérrez, Duarte declaró 3 veces ante el fiscal
Marcelo Romero. Su primer testimonio fue dos días después del hecho. Allí trató
de explicar que cuando iba a tomar el colectivo en 23 y 71 para ir a la Escuela
Vucetich, lo sorprendió una moto con 2 ocupantes, uno de ellos baja y lo golpea
con un arma. Según él, cayó al piso y fue pateado mientras pensaba en la Bersa
Thunder 9 mm con cartucho en la recámara que tenía en la cintura. Siempre según
su relato, el agresor le quitó la mochila que le provee la Policía, le pedía el
celular y lo apuntaba con un arma. Entonces, cuando logra incorporarse, de espaldas a los agresores, ve a los dos agresores
sobre la moto y escucha que el conductor de la moto dice “tirále, tirále”, cosa
que no ha sido corroborada por ningún testigo. El relato de Duarte se hace allí
cada vez más inconsistente. Dice que él se incorpora y, temiendo por su vida,
con un pie en el cordón y otro en la calle, se anuncia como policía y dispara 2
veces utilizando la técnica de “Doble Tap”: dos disparos bien apuntados, seguidos
y a zonas no vitales.
En
principio no es creíble que si el acompañante de la moto estaba subido al vehículo
con su mochila en mano izquierda y el arma apuntándole hacia atrás a Duarte en
mano derecha y hacia flanco izquierdo, Duarte le haya podido propinar un
disparo en la axila derecha porque esta estaría cubierta por el brazo que,
según Duarte, le estaba apuntando. Además el “Doble Tap” es inverosímil
habiendo en pericia de Policía Científica 5 casquillos de 9 mm desde el cordón
izquierdo hasta casi el cordón derecho. Para completar, el justificativo del
disparo al conductor de la moto porque habría infundido al otro sujeto
verbalmente a disparar, se cae porque no hay testigos, porque el propio Duarte
reconoce que estaba desarmado y porque la autopsia y Científica determinan que
estaba en situación de huir.
En
segunda instancia de indagatoria, a una semana del hecho y sumándosele la
imputación de tentativa de homicidio de Mauricio, que aún luchaba por su vida,
Duarte apeló al sentimentalismo y dijo que “Me siento muy apenado por lo
sucedido. Soy padre de familia y único sostén de la familia. Nunca hubiera querido
que esto sucediera, pero en ese momento estaba en riesgo mi vida”. Y ya en una
tercera etapa, realizó una denuncia ante Fiscalía General, intentando ubicarse
como víctima de un nuevo intento de robo a 10 días del hecho y en el mismo
lugar, lo que atribuyó a una represalia por haber matado a un pibe y herido a
otro unos días antes. Curiosamente agregó que en esa segunda ocasión también
sacó el arma para defenderse, olvidando disimular que la única reglamentaria la
había entregado al fiscal Romero como parte de esta causa. En tercera
indagatoria, donde se le sumó el homicidio de Mauricio, fallecido en marzo de
2014, Duarte se remitió a lo ya dicho y se victimizó recordando la denuncia que
había realizado por el supuesto segundo hecho.
El
grupo Halcón, cuerpo de elite de la Policía Bonaerense, se dedica a la custodia
de altos funcionarios, toma de rehenes, allanamientos de alto riesgo y perímetros de seguridad. Con estrictos
estándares de exigencia, capacitan al personal en tiro controlado, técnicas
psicológicas para la negociación e irrupciones violentas a las que la fuerza
llama eufemísticamente “Crisis con Rehenes”, “Personas Atrincheradas”,
“Contención Suicida”, y “Mediación en Conflictos Sociales”.
En
la instrucción de la causa declararon el jefe de Duarte en el equipo Alfa del
Grupo Halcón, Gustavo Medina, quien reconoció que el objeto del grupo es
resguardar la vida de terceros en hechos de alto riesgo y que “la muerte de un
tercero sería la última de las opciones a tener en cuenta ante un hecho límite”.
Agregó que en el entrenamiento tienen zonas específicas para dirigir los
disparos controlados: la zona media del cuerpo, zona baja (piernas) y zona de
muerte (la cabeza). Así lo corroboró el efectivo del Halcón Franco Telechea,
que aportó que a la zona de muerte se le llama “botella”, que incluye rostro,
cuello y parte superior del torso. Sobre la zona de muerte dijo que
habitualmente “se evita y cuando se debe repeler una acción se procura
preservar” esa zona. Agregó que lo que hacen es “neutralizar parcialmente” la
agresión, es decir “repeler la agresión en zonas no vitales”,
Además, el propio Duarte reconoció ante el fiscal Romero que
“todas las semanas se entrena con ‘tiro vivo’ (con munición) y ‘tiro seco’ (sin
ella), hacemos tiro a silueta o blanco y tiro dinámico. Dicho entrenamiento no
es el que recibe la totalidad del personal (…) sino exclusivamente las Fuerzas
Especiales”.
En
este proceso Duarte llega en libertad al juicio. Pero además, como una
siniestra burla a los familiares de Mauricio e Ismael, en abril de 2015 el
Ministerio de Seguridad informó el ascenso del teniente Duarte a teniente
primero, en Resolución N°293, firmada por el ministro Alejandro Granados, que
promueve al grado inmediato superior a un centenar de agentes del sub-escalafón
general y de servicios generales, y afirma que el personal ascendido “reúne
las condiciones de idoneidad necesarias y los demás requisitos requeridos para
su promoción”. Para el ministro
Granados y el gobernador Daniel Scioli,
ser un policía de gatillo fácil es reunir “las condiciones de idoneidad, perfil
profesional y funcional, destacándose por el compromiso en el ejercicio de sus
funciones”.
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